Para la jueza, los años borraron los crímenes del terrorista Posada
LUIS Posada Carriles es "viejo, inválido y tiene fuertes lazos con la comunidad" y las actividades que la Fiscalía evoca para apoyar su posición "ocurrieron supuestamente hace años en países extranjeros". Con estas inverosímiles reflexiones que abren las puertas a todas las sospechas, la jueza Kathleen Cardone resume, en las últimas líneas de su fallo del viernes pasado, su pensamiento acerca del terrorista, torturador y asesino que ordenó liberar.
La vida entera de Luis Posada Carriles está ligada con "algunos de los eventos más infames del siglo XX en la vida política de América Central", dice al principio de su documento, en un resumen algo extraño de la vida del acusado, donde precisa que fue "oficial de la US Army" y "vinculado" a la CIA.
Echando juntos, en una misma oración, "la Bahía de Cochinos, el caso Iran-Contra, los atentados turísticos de La Habana, y hasta — según teóricos de la conspiración — el asesinato del presidente John F. Kennedy", la jueza afirma abruptamente que su posible relación con estos eventos no tiene que ver con la presente causa.
Al analizar el contenido de las acusaciones que enfrenta ahora Posada, explica que mientras dice haber "solo" usado su propio nombre y los de Ramón Medina y Franco Rodríguez para entrar ilegalmente a EE.UU., utilizó en realidad un falso pasaporte guatemalteco con su foto y el nombre de Manuel Enrique Castillo López.
Después de resumir el conjunto de la sucesión de comparecencias de Posada ante varios tribunales, Cardone señala cómo se aceptó la última solicitud de fianza, presentada por el abogado Arturo Hernández que, de acuerdo con la ley, tenía que ofrecer al tribunal alguna "nueva evidencia".
Lo hizo al invocar que la Fiscalía había omitido presentar, el 1º de febrero último, tal como había solicitado el juez de distrito Philip R. Martínez, pruebas de que Posada constituye "un riesgo terrorista" (terrorist risk) para justificar su detención. Una pirueta que el tribunal, magnánimo, aceptó.
La vida entera de Luis Posada Carriles está ligada con "algunos de los eventos más infames del siglo XX en la vida política de América Central", dice al principio de su documento, en un resumen algo extraño de la vida del acusado, donde precisa que fue "oficial de la US Army" y "vinculado" a la CIA.
Echando juntos, en una misma oración, "la Bahía de Cochinos, el caso Iran-Contra, los atentados turísticos de La Habana, y hasta — según teóricos de la conspiración — el asesinato del presidente John F. Kennedy", la jueza afirma abruptamente que su posible relación con estos eventos no tiene que ver con la presente causa.
Al analizar el contenido de las acusaciones que enfrenta ahora Posada, explica que mientras dice haber "solo" usado su propio nombre y los de Ramón Medina y Franco Rodríguez para entrar ilegalmente a EE.UU., utilizó en realidad un falso pasaporte guatemalteco con su foto y el nombre de Manuel Enrique Castillo López.
Después de resumir el conjunto de la sucesión de comparecencias de Posada ante varios tribunales, Cardone señala cómo se aceptó la última solicitud de fianza, presentada por el abogado Arturo Hernández que, de acuerdo con la ley, tenía que ofrecer al tribunal alguna "nueva evidencia".
Lo hizo al invocar que la Fiscalía había omitido presentar, el 1º de febrero último, tal como había solicitado el juez de distrito Philip R. Martínez, pruebas de que Posada constituye "un riesgo terrorista" (terrorist risk) para justificar su detención. Una pirueta que el tribunal, magnánimo, aceptó.
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