Bush sigue dando la callada sobre el caso Posada Carriles
Los oídos siguen estando sordos luego de que la Cancillería y el Parlamento de Venezuela, por enésima vez, reiteraran este miércoles la solicitud de extradición de Luis Posada Carriles, lo que aparte de ser a estas alturas lo único legal, recuerda a los abrumados cerebros en Washington que aún tienen el chance de una salida decente.
Mandarlo a Venezuela, de cuyas cárceles se fugó el criminal en 1985 cuando aún no había concluido el proceso por su autoría en la voladura del avión de Cubana, sería la única variante de EE.UU. para salir del entuerto en que están sus autoridades desde que fue a pedirles protección un cómplice del terrorismo de Estado aplicado por sucesivas administraciones norteamericanas y la CIA para imponer sus designios, generadora de hechos tan terribles como los que no se quieren dirimir aquí y en los que está involucrado, muy concretamente, otro George Bush, contratador del terrorista cuando el padre del actual mandatario estaba al frente de la Agencia Central de Inteligencia...
Sin embargo, ni proceso justo, ni extradición; ni siquiera pudor ante el poco concesivo prontuario de actos criminales organizados o protagonizados por Posada Carriles que los fiscales de El Paso recogieron, con detalle, en su moción para impedir la libertad condicional otorgada al reo.
No se le está procesando por lo que realmente es —en eso consiste la farsa— y, además, el engañoso y fraudulento proceso instaurado en su contra por mentir como presunto inmigrante ilegal, pretende desconocer que Posada Carriles continúa siendo un peligro para la comunidad, como señaló la fiscalía. De modo que se le facilita otra vez, incluso, la «oportunidad» de escapar... Que es la variante indecente a que podría acudir Washington.
Así, presionada la jueza Kathleen Cardone sigue pasando por encima a sus propias palabras durante la vista para la fianza del día 3 de abril, y continúa negada a aceptar la moción de los fiscales, quienes le pidieron reconsiderar su decisión de mandarlo a prisión domiciliaria, lo que ha puesto a Posada Carriles —como advirtiera en un prolijo artículo el abogado José Pertierra—, «con un pie en la calle»... A menos que se dictara cuanto antes una orden de detención por motivos migratorios.
Pero: nada. Veinticuatro horas después de la denuncia formulada por Fidel, el dedo acusador que señala al presidente Bush como responsable de la infamia es visible en todo el mundo al reeditarse el artículo del Comandante en Jefe en numerosos medios de prensa... Pero el mandatario de EE.UU. sigue dando la callada... Lo otro, como advirtió Fidel, sería reconocer sus propias culpas.
Mandarlo a Venezuela, de cuyas cárceles se fugó el criminal en 1985 cuando aún no había concluido el proceso por su autoría en la voladura del avión de Cubana, sería la única variante de EE.UU. para salir del entuerto en que están sus autoridades desde que fue a pedirles protección un cómplice del terrorismo de Estado aplicado por sucesivas administraciones norteamericanas y la CIA para imponer sus designios, generadora de hechos tan terribles como los que no se quieren dirimir aquí y en los que está involucrado, muy concretamente, otro George Bush, contratador del terrorista cuando el padre del actual mandatario estaba al frente de la Agencia Central de Inteligencia...
Sin embargo, ni proceso justo, ni extradición; ni siquiera pudor ante el poco concesivo prontuario de actos criminales organizados o protagonizados por Posada Carriles que los fiscales de El Paso recogieron, con detalle, en su moción para impedir la libertad condicional otorgada al reo.
No se le está procesando por lo que realmente es —en eso consiste la farsa— y, además, el engañoso y fraudulento proceso instaurado en su contra por mentir como presunto inmigrante ilegal, pretende desconocer que Posada Carriles continúa siendo un peligro para la comunidad, como señaló la fiscalía. De modo que se le facilita otra vez, incluso, la «oportunidad» de escapar... Que es la variante indecente a que podría acudir Washington.
Así, presionada la jueza Kathleen Cardone sigue pasando por encima a sus propias palabras durante la vista para la fianza del día 3 de abril, y continúa negada a aceptar la moción de los fiscales, quienes le pidieron reconsiderar su decisión de mandarlo a prisión domiciliaria, lo que ha puesto a Posada Carriles —como advirtiera en un prolijo artículo el abogado José Pertierra—, «con un pie en la calle»... A menos que se dictara cuanto antes una orden de detención por motivos migratorios.
Pero: nada. Veinticuatro horas después de la denuncia formulada por Fidel, el dedo acusador que señala al presidente Bush como responsable de la infamia es visible en todo el mundo al reeditarse el artículo del Comandante en Jefe en numerosos medios de prensa... Pero el mandatario de EE.UU. sigue dando la callada... Lo otro, como advirtió Fidel, sería reconocer sus propias culpas.
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